Pasos Perdidos
Las turbias aguas del mojito. Y otras buenas razones para vivir en la tierra
Traductor: Mercedes Noriega Bosch
Idioma original: Francés
Páginas: 138
Año 2017
ISBN: 978-84-944769-8-3
PVP: 15.90 €
Formato: Rústica con solapas

Las turbias aguas del mojito. Y otras buenas razones para vivir en la tierra

Philippe Delerm

Una corriente de optimismo que nos arrastra… literalmente.
 
La nueva obra del autor de El primer trago de cerveza.
 
Las turbias aguas del mojito condensa en cuarenta y dos breves relatos el placer que nos ofrecen los instantes más comunes de la vida. Nos descubre el valor de las pequeñas cosas y el universo secreto que hay en lo cotidiano.
 
Saborear los placeres ambiguos del mojito, disfrutar de un inesperado chaparrón veraniego, contemplar a un niño que aprende a leer moviendo imperceptiblemente los labios, prolongar un atardecer en la playa… Son relatos luminosos en los que Philippe Delerm encuentra la forma precisa de ver y hacernos disfrutar de aquello a lo que a menudo no prestamos atención.
 
Balancean la cabeza con un gesto de autosatisfacción voluptuosamente femenino. Sus melenas vuelan hacia atrás, obedientes. Entonces separan los codos y, en cuestión de segundos, ya se han hecho la coleta. (…) Parece como si realizasen esta operación en la más estricta intimidad, sin reparar en que están siendo observadas; pero, en el fondo, no estamos tan seguros. ¡Es tan favorecedor, tan perfecto, ese minúsculo escenario…! Los codos separados transmiten al mismo tiempo una sensación de distante hieratismo y de provocación conscientemente dosificada (…) Casualmente, sin embargo, las hemos sorprendido en plena tarea. El equívoco es delicioso. ¿Saben que son observadas, o solo que podrían serlo? Ahí reside todo el misterio. La segunda opción es más probable, y es también lo que más deseamos.

Philippe Delerm
Philippe Delerm
Philippe Delerm (Auverne-sur-Oise, 1950) fue profesor de literatura en Beaumont-le-Roger (Normandía), donde también entrenaba al equipo local de fútbol y al de atletismo, hasta el año 2007, momento a partir del que se consagró exclusivamente a su trabajo de escritor. 
 
Es autor de una extensa obra literaria, con más de veinte novelas, como Sundborn ou les Jours de lumière, que fue galardonada con el Prix National des Libraires y el Prix National de Bibliothécaires, Llovió el domingo o La quinta estación; así como relatos que han tenido gran éxito: La siesta asesinada o El primer trago de cerveza (Prix Grandgousier) que se convirtió en un acontecimiento literario con más de un millón de ejemplares vendidos en su edición francesa y traducido a veinte idiomas.

Notas de prensa
Movistar+ - 07/04/2017
'Las turbias aguas del mojito' en Non Stop People de Movistar+
Por David Felipe Arranz

Magníficos comentarios de David Felipe Arranz sobre "Las turbias aguas del mojito" en Non Stop People de Movistar+  https://youtu.be/i_xfa-_AO2A

La Opinión de Murcia - 17/03/2017
La buena vida
Por A. J. Ubero

¿Para qué sirve un escritor sino para revelarnos lo que se oculta tras esa realidad que nos rodea? esa es la ficción, lo que se nutre de lo inconfesable, lo imaginado, lo sugerido, lo deseado, lo sublime y lo inmundo. Pero también es el análisis, la mirada, la interpretación o la crítica de lo cotidiano. Ahora bien, es preciso que el escritor se humanice y convierta su obra en algo poco menos trascendente, más cercano, más útil, algo vivificante. Y sencillamente con los cuatro aspectos que convierten este mundo en algo más que un jardín de lágrimas. A veces se agradece el esfuerzo, y no me cabe la menor duda de que Philippe Delerm lo consigue en este simpático libro.

Las turbias aguas del mojito. Y otras razones para vivir en la tierra es una obra peculiar. Estructurada en breves piezas cargadas de matices, la obra conduce al lector por las diferentes sensaciones que le causan al escritor francés cosas tan corrientes como una sandía, un candado, un libro, una botella de vino o ese mojito que da título a la antología. Pero también hay estrellas, lluvia, besos, miradas, sentimientos, sensaciones, amor, pasión, asombro. Es un catálogo de impulsos que delinean la naturaleza del ser humano.

Delerm se extasia ante el afán lector de un niño recién iniciado en las letras, mirando al cielo en busca de esa estrella que no se decide a salir, navegando por los sonidos de Venecia, entregado a la pasión de un tango o sencillamente describiendo una experiencia teatral desde el gallinero. Es todo un aluvión de optimismo, de buen rollo, pero nada de cursiladas, nada de tópicos ni de imposturas. Al natural.

Y esa es precisamente la principal virtud de este libro delicioso: su naturalidad y, es más, su sinceridad. Se nota desde la primera página que Delerm no finge, que de verdad se cree todo lo que escribe, que su visión de la vida está despojada de esa amargura que nos impregna la rutina.

Es un tratado, breve y conciso, no de la buena vida, sino de esa vida buena que está a nuestro alcance con sólo mirar más allá de los decorados de la existencia. Una obra ésta de esas que levantan el ánimo y que hay que tener siempre cerca por si se nos ocurre tomar un mojito de felicidad. Escrita además con ese estilo sereno, diáfano, poético en ocasiones, emocionante y sentimental cuando es preciso, pero siempre cargad de una sinceridad abrumadora que deja al lector patidifuso, asombrado por la enorme cantidad de matices que ofrece lo cotidiano. Las turbias aguas del mojito es una de esas pequeñas joyas que es preciso leer sencillamente porque a una buena literatura se suma la capacidad de su autor de transmitir una vitalidad extraordinaria, que permite ver el lado bueno de las cosas y disfrutarlo con sencillez y tranquilidad. Todo un descubrimiento.

Encuentros de Lecturas - 06/03/2017
Las turbias aguas del mojito
Por Santos Domínguez
Damos un sorbo, sorprendidos por ese frescor que nos hace buscar la humedad de las marismas. Todo cóctel impone un consumo lento, con breves interrupciones, con abandonos y regresos. Pero al mojito no puedes imponerle nada. La degustación se torna fascinación, y él es quien lleva la batuta. Lo que más sorprende en un manglar de tonos tan venenosos, es ese persistente regusto azucarado. Dejas que te invada una fiebre fría, te abandonas. Porque sabes que, al final de ese glauco peregrinaje, llegará el calor, la euforia. Pero antes tendrás que desviarte hacia el bosque de hojas de menta, no tener miedo a desaparecer bajo las aguas, abandonar la esperanza de la luz. Nadar todas las transgresiones, perderte, hundirte, buscar infinitamente, sumergirte. Entonces emergerá el placer. 
 
Así termina Las turbias aguas del mojito, el texto que da título a un espléndido volumen de Philippe Delerm que publica la editorial Pasos perdidos con una brillante traducción de Mercedes Noriega, que ha mantenido en español el difícil equilibrio de la prosa potente y a la vez ligera de estos textos. 
 
Cuarenta y dos estampas en las que la mirada receptiva de lo exterior, la sensorialidad del adjetivo y la limpia sintaxis de sus frases componen un libro afirmativo y sereno. Un libro en el que llueve la luz y el tiempo es una playa.
 
Cuarenta y dos acuarelas delicadas, sutiles y luminosas que fijan el instante presente y el espacio inmediato en las páginas de este libro solar y veraniego en el que el tiempo se detiene una mañana de vacaciones en la bahía de Saint-Nazaire tras las huellas de Monsieur Hulot o en la alegría como de última viñeta de Astérix con cena a la luz de la hoguera de la celebración.
 
 

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El olor a madreselva en las noches de verano, el sabor transparente de la sandía, un tango que construye una noche argentina en la orilla del Sena, los pianistas en una estación de metro, una pancarta publicitaria que acaba convirtiéndose en cometa mirada desde la playa, colgada de una avioneta … Son claros en el bosque, iluminaciones en la noche, porque “la sombra se ve obligada a inventar su propia luz.” 
 
Y por eso aquí el desorden es cálido y se bebe la sombra como se bebe la luz veneciana con el color caliente del instante. Porque este es el libro celebratorio y afirmativo de un cazador de sonrisas al vuelo, un libro leve y luminoso, porque “no hay nada tan ligero como la luz.”
 
Un libro alejado de la nostalgia incluso en la evocación de la infancia al recuperar una vieja historieta de Tintín: “Y ahora estás ahí, después de tanto tiempo. La sonrisa que dibujan tus labios es la del tiempo que no existe. Todo lo contrario a la nostalgia.”
 
“Tierna es la vida. Cruel”, escribe Philippe Dellerm en la línea final del libro. Pero así como la madera se renueva al recubrirla con pintura, así también la vida mejora al tratarla con esta mirada a las pequeñas cosas, con una prosa transparente que celebra el momento, el chaparrón y la fruta para “esperar, aplazar el mañana. Esperar a que tanta alegría dispersa cristalice en la idea de felicidad.” 
 

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L'internaute - 16/02/2017
Las turbias aguas del mojito. Y otras buenas razones para vivir en la tierra
Por Annick Geille

El fin de las vacaciones puede ser más o menos duro. Otra vez la crisis política, la crisis por llegar a un fin de mes que cada vez parece que llega antes, la oficina, las facturas, los impuestos. Los que mueren al borde de la carretera, en grupo. Sin olvidarnos de las barreras, de la ganadería, del paro. Y de repente, al pasar la página de este libro de Philippe Delerm, experimentas el fugaz placer de sentirte vivo; vivo y feliz de estarlo, en Francia, hoy, a pesar de todo.

Mucho tiempo después de El primer trago de cerveza, Philippe Delerm vuelve al mismo ejercicio. Haciendo caso omiso de su propio éxito, pretende sorprendernos, trabajando el lenguaje, profundizando en su pensamiento; de ahí que su lectura nos resulte tan placentera. Ha pasado mucho tiempo desde 1997, la melancolía surge inesperadamente en una frase cualquiera. Todos ─incluido el autor─ hemos ido envejeciendo. "La verdadera felicidad sería acordarse del presente", dice Jules Renard, punto de partida del libro…

Philippe Delerm es un escritor que Montaigne habría apreciado.

Sabe capturar nuestro presente, agazapado entre sus páginas.

Bric à book - 16/02/2017
Las turbias aguas del mojito. Y otras buenas razones para vivir en la tierra
Por

El subtítulo Y otras buenas razones para vivir en la tierra, es una grata invitación, ¿no es cierto? En un momento en que todos peleamos contra todos, en que solo tenemos de humano el nombre, ¿qué mejor que tomar una bocanada de oxígeno con esta publicación infinitamente solar?

Cuando comenzamos a leer un libro de Delerm sabemos que volveremos a encontrarnos con su sensual escritura, con sus lindas ventanitas entreabiertas a la vida cotidiana: una selección de textos breves como otros tantos  zakouski diferentes pero a cuál más exquisito. Tan pronto hace el elogio del mojito (y bien sabe Dios que entiendo del tema…), como el de un merendero, o nos lleva a la playa de Monsieur Hulot con Sabine Paturel, al gallinero de un teatro, a los  mercadillos, a Venecia con su spritz, a Brujas…, muchos instantes robados, imágenes que nos incitan a prolongar más y más ese verano que languidece. Excepto cuando uno piensa que cada estación del año tiene algo de fascinante. Pronto los bosques se llenarán de hojas caídas, luego vendrá la iluminación navideña. 

¿Encontrar instantes de felicidad en la vida cotidiana no es la forma más bella vivir en la tierra?

Me ha conquistado, sí. He vuelto a encontrar lo que tanto me gustó en El primer trago de cerveza. Como una madalena de Proust, un viejo armario que abriría para descubrir tesoros.

Un enamorado de las palabras, un enamorado de la vida.

Valeurs Actuelles - 16/02/2017
La nueva obra de Philippe Delerm
Por Rodolphe de Saint Hilaire

EL AUTOR

Philippe Delerm, antiguo profesor de literatura, publica con este ensayo sobre la búsqueda de la felicidad, su quincuagésima obra, que se compone de ensayos, poesía, novelas, libros para jóvenes.

Las turbias aguas del mojito y otras buenas razones para vivir en la tierra se inscribe en la misma línea que El primer trago de cerveza y otros placeres minúsculos, de enorme éxito editorial con 1,5 millones de ejemplares vendidos, publicado hace ya casi 20 años.

Excepto el premio de los Libreros por su novelaSundborn, en 1996, no ha recibido más premios literarios pero sí se ha forjado una sólida reputación como inventor de una nueva manera de escribir sobre lo cotidiano, incluso sobre lo banal, y de un género literario que comparte con Eric Holder, entre otros: el minimalismo positivo.

Actualmente dirige la colección "Le goût des mots", en Points/Le Seuil

TEMA

Basta con mirar, sentir, escuchar a nuestro alrededor, cada día, y descubriremos todas las buenas razones que hay para vivir en la tierra y sumergirnos voluntariamente entre las olas de la felicidad. 

Para Delerm, una nimiedad basta para hacernos felices, una golondrina sí hace verano, de lo  más insignificante surge lo excepcional, "llueve luz" por todas partes. Ya se lo imaginará el lector: en "Las turbias aguas" la poesía está en todas partes.

Precisamente en primer lugar, en ese famoso "Mojito", ese cóctel opaco y transparente a la vez, que mucho más allá de su sabor (a menta), nos invita a zambullirnos, a embarcarnos hacia fondos submarinos: "¡Es tan perverso!, ¡tan inquietante!" (sic). Dar un sorbo te lleva a "Nadar todas las transgresiones, perderte, hundirte..." y en ese momento, de repente… el placer emerge. Es la sensualidad, no, la sexualidad, según Delerm.

Hay otras estampas, con más encanto, más rústicas, más a lo Jules Renard, el ídolo del autor; ejemplo, "Vendedor de mercadillo por un día": puedes charlar, intercambiar, compartir el aperitivo con tus vecinos que se dedican a lo mismo que tú… una vez al año; porque esos mercadillos ocasionales son, en realidad una excusa para reunirse unos pocos y disfrutar sencillamente de unos momentos de convivencia deliciosa. ¿Y el cliente? ¡Qué más da! Al final del día se recoge todo sin perder el buen humor.

Así, de página en página ‒no ocupan mucho más sus relatos‒, como dejándose llevar por la corriente, con su escritura aérea, fluida, Delerm nos ofrece, casi gota a gota, cuarenta escenas familiares y nos invita a compartir sus emociones fugaces que, desde la primera hasta la última, nos hacen (o deberían hacernos) amar la vida: "O guignolet o nada", "Amarse en el Metro", "La Marca amarilla"; empezando con "La mentira de la sandía" "que se te ofrece pero que nunca puedes poseer". ¡Qué erotismo tan turbador!

Entre nostalgia y sensualidad, Philippe Delerm hace suyo el aforismo del autor de Poil de Carotte , que se cita al principio del libro: "La verdadera felicidad sería acordarse del presente".

PUNTOS FUERTES

1/ Una corriente de optimismo literario que nos arrastra… literalmente. Tienes ganas de creértelo y sonríes con frecuencia, que no viene nada mal.

2/ Una inspiración poética, un arte para la concisión y un pensamiento que se acerca al de algunos grandes clásicos, desde Chateaubriand a Théophile Gautier: el primero dice, "La felicidad cuesta poco; si es cara es que no es de buena calidad"; y en cuanto al segundo: "La felicidad depende de tres cosas: un sol espléndido, una mujer… y un caballo".

3/ Está muy, muy bien escrito.

EN DOS PALABRAS...

Estamos ante un vademécum de filosofía práctica "para incompetentes". Muy bueno porque también es muy breve.

UNA FRASE

"La felicidad es el silencio compartido".

Decitre - 16/02/2017
Las turbias aguas del mojito.
Por

Sin duda, este nuevo opúsculo es especialmente "solar"; en él se nos invita a disfrutar del placer transgresor del mojito, a que nos caiga encima un chaparrón repentino, a hundir los labios en la transparente perfección de la sandía... Pero en PhilippeDelerm nunca hay sol sin lluvia, y la felicidad siempre entraña melancolía. Gran lector de Jules Renard, el autor lo cita al principio: "La verdadera felicidad sería acordarse del presente". 
Este presente que no deja de escapársenos, por supuesto, y que ya añoramos mientras lo estamos viviendo. Me refiero a textos como "Tierna es la vida cruel", que habla de la fragilidad del amor de una pareja que, a punto de cumplir sesenta años, tienen más pasado que futuro para vivir juntos, pero a los que un beso furtivo conduce de nuevo a su adolescencia. "No se puede estar más cerca de lo que estamos, más calientes, más conectados. 
“Y, sin embargo, solo percibimos lo frágil"
.  La felicidad de "Bailar sin saber bailar": nunca hemos sido muy de discotecas. Admirábamos a los que evolucionaban sobre la pista con tanta facilidad. Pero un día, en una boda, "decides bailar. Bailar es mucho decir. Te mueves como un oso, pero no te importa. Ya no estás en edad de mostrarte susceptible. Por suerte, la cosa empieza con un twist. Puedes intentar sacarle partido a tu ineptitud flexionando las rodillas, con un movimiento de brazos que no engaña a nadie, sino que más bien parece estar burlándose de toda una época, la nuestra". "La mentira de la sandía": "Es demasiado hermosa. Extraña. ¿Se come?, ¿se bebe? Es como una pista falsa del deseo. (...) El mango y la guayaba saben a guayaba y a mango. La sandía no sabe a nada y, sin embargo, ella es la que despierta vanamente nuestro deseo. Es perfecta en su mentira (...) No es más que un espejismo del calor y del verano".

L'express - 16/02/2017
Philippe Delerm regresa con 'Las turbias aguas del Mojito'
Por

París – Casi veinte años después de El primer trago de cerveza, el discreto Philippe Delerm vuelve para deleitarnos con su agridulce melodía en una nueva selección de textos muy breves, teñidos de alegría y de melancolía, Las turbias aguas del mojito.

"Me apetecía hacer un opúsculo solar", explica Philippe Delerm, entrevistado en París, unos días antes de que se pusiese a la venta, el 20 de agosto, su nuevo libro, cuyo subtítulo es y otras buenas razones para vivir en la tierra

Autor de cerca de cincuenta obras, es sin embargo conocido, fundamentalmente, por El primer trago de cerveza, una recopilación de textos cortos publicada en 1997 de la que se han vendido desde entonces más de un millón y medio de ejemplares. Delerm reconoce que su nuevo trabajo, editado por Seuil, es el que más se parece al librito con que alcanzó la fama. 

"Aunque, mientras tanto, el tiempo y la vida no se han detenido, y los textos de hoy son un poco más melancólicos", explica el escritor, defendiéndose de los que le tachan de ser "el más contento de la guardería" o lo llaman "el escritor de la felicidad"

Entre los cuarenta relatos cortos que componen esta selección nos encontramos, por ejemplo, con "La memoria del olvido", conmovedor texto sobre su suegra ciega y enferma de Alzheimer que, por un instante, va a compartir un momento de una enorme ternura con su marido, al que ya no recuerda, y todo gracias a un impromptu de Schubert. 

"Llega un momento en la vida en que la melancolía es algo inevitable. Hemos perdido a seres queridos, vemos envejecer a personas a las que también amamos", confiesa el escritor de 64 años. "Pero por otra parte, añade inmediatamente, soy abuelo, tengo dos nietos pequeños. Envejecer es también tener el privilegio de relacionarte con niños"

Idea que desarrolla sobre todo en su texto "Apenas mueve los labios", en el que cuenta cómo se queda embelesado cuando observa a su nieto Sacha, hijo del cantante Vincent Delerm, descifrar todo serio, palpándolas, las palabras de un libro. 

Zambullirse en el manglar

"Deseo reivindicar el hecho de que es necesario conservar la capacidad de extasiarnos y el gusto por la luz, precisamente porque ya cargamos con suficientes penas y, a medida que nos hacemos mayores,  nos vamos sintiendo tan frágiles que nos volvemos obsesivos", resume. 


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"Hay que echarle valor para decir que, a pesar de todo, la vida está muy bien cuando desde un punto de vista global, lo que está es cada vez peor", añade este gran lector de Jules Renard.

Su voluntad de reproducir "fragmentos" de la vida se pone de manifiesto desde el exergo, con esa cita de su autor fetiche que encabeza el libro: "La verdadera felicidad sería acordarse del presente". Ahora bien, por definición, el presente se escapa, y nos hace sentir nostalgia del momento que estamos viviendo. Eso es lo que esta selección de textos de 128 páginas pretende recordarnos. 

Si seguimos leyendo también tendremos la oportunidad de disfrutar del "sabor transparente" de la sandía, de "bailar sin saber bailar", de que nos caiga un repentino chaparrón, de bebernos un "spritz" en una plaza perdida de Venecia o de mirar sin que se note a una mujer que se recoge el cabello. También veremos al bardo Assurancetourix, a Tintín y a Blake y Mortimer. 

En cuanto al mojito que da nombre al volumen, "es una metáfora de la sexualidad", explica PhilippeDelerm. "Es un manglar algo inquietante en el que habrá que sumergirse para llegar al placer", nos dice. "Es un poco transparente" añade maliciosamente al afirmar que sus textos, aparentemente tan ponderados, "son bastante sexuales, aunque parezca que no haya sexo". 


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La cause littéraire - 16/02/2017
Impresiones fugaces
Por

La prosa de Philippe Delerm responde a una manera muy particular de interesarse por algunos instantes de la vida. Con este libro, manifiestamente poético, el autor ofrece a su lector una obra cuya lectura se convierte en un auténtico placer. En efecto, Las turbias aguas del mojito es una recopilación de cuarenta y dos relatos muy breves, de temática sorprendente e impregnados de los colores del verano. El enfoque de Philippe Delerm resulta original por más de una razón. En primer lugar, concede valor a las pequeñas cosas de la vida cotidiana y las convierte en objetos literarios. Así, por ejemplo, vemos a la sandía protagonizando un relato de dos páginas en el que se pone de relieve su particular sabor y su color «rojo rosáceo», su «sólida corteza de un intenso color verde». ¡Y también está ese pequeño nabo que nunca nos acordamos de nombrar! El autor, sin embargo, le presta atención y le devuelve su nobleza. Escuchemos sus palabras a propósito del nabo, el ma lquerido:

« Siempre es el pariente pobre, siempre escaso y amenazado. Antes de perder su corona malva, tenía algo de rancio, de gordinflón, ideal para la preparación de sopas. Pero, una vez sometido a la prueba del pelador, adquiere una blancura inmaculada…»

 

El lector sonríe de repente cuando lee las descripciones de Philippe Delerm. Se imagina al autor como un Sherlock Holmes que, provisto de su lupa, se dedica a buscar una fina partícula en el pequeño mundo de las frutas y verduras más habituales, perfectamente colocadas en los coloridos puestos de los mercados. Y aquí es donde reside el otro rasgo original de Philippe Delerm. En los temas literarios que elige, Las turbias aguas del mojito hay espacio para la gente sencilla, para los humildes. Evoca con la misma maestría el secreto universo de las verduras, las plantas, las frutas, o los mundos extraños e insólitos que entrevemos al paladear un cóctel.

«El mojito es a la vez opaco y transparente. En los tonos verdes, por supuesto, pero también en los negros, con zonas un poco más claras en la superficie e insondables misterios en lo más profundo de la apnea. Damos un sorbo, sorprendidos por ese frescor que nos hace evocar la humedad de las marismas».

 

El relato que da título al libro, por ejemplo, tiene el poder del mojito de hacer que aparezcan mundos imaginarios, de cristalizar los recuerdos que van llegando. ¿Podría compararse el mojito de Delerm con la madalena de Proust? Como si fuese un pintor, el autor colecciona los motivos de estudio, esboza y ofrece a los lectores unos croquis literarios en los que el instante presente atrapado al vuelo llega a su paroxismo en lo que respecta a intensidad sensorial. Sí, los relatos de este libro son como experimentos, momentos que se dejan atrapar por el artista para que este los haga inmortales. Las impresiones, las reuniones de amigos bajo el árbol grande y acogedor en las noches de verano y los recuerdos de viajes son algunas de las situaciones que se plantean, porque son las que van tejiendo poco a poco la tela de nuestra vida. Son el reflejo de la felicidad cosechada a pesar de la fugacidad del momento, porque nada dura sino el instante vivido.

Las turbias aguas del mojito es una obra preciosa de esta "rentrée" literaria  2015. No le habla a nuestro ego, sino a nuestras emociones sencillas, sin artificios ni superficialidad.

«(…) para disfrutar de verdad de una noche de verano hay que ser consciente de su fragilidad, tener la sensación de que es la última vez que viviremos una noche como esta. He preparado una macedonia de frutas de postre. Fumemos un cigarrillo. Acordémonos del presente. Vivamos en el presente. Con la sensación de que es casi imposible».

El blog de Francis Richard - 16/02/2017

Por Francis Richard

El verano toca a su fin. Dentro de algo más de dos semanas ya estará aquí el otoño. Pero ese no es motivo para desesperarse. Son incontables las buenas razones para vivir en la tierra, independientemente de la estación del año, y una de ellas es la de leer uno de los textos de dos páginas, a veces alguna más, que Philippe Delerm compone para felicidad de los demás.

A PhilippeDelerm se le da tan bien hacer visibles esas razones, como si fuesen pepitas que extrae de entre la ganga que las oculta a nuestra mirada, que uno llega a creer que poniendo un poco más de atención podría hacer lo mismo. Pero eso es cosa de Delerm…

En su última obra Las turbias aguas del mojito, posa su mirada luminosa, con mucha sensibilidad, sobre las cosas sencillas de la vida y no se contenta únicamente con esta distinción, sino que sabe encontrar las palabras precisas para expresar lo que, a su juicio, tienen de singular.

En uno de esos textos, observa embelesado, sin molestarlo, a su nieto que es un devorador de libros: "Está tan absorto, tan concentrado… Está creando su propio mundo de aventura, el silencioso secreto de su distanciamiento. Mueve los labios. Se bebe a sorbitos la intrincada magia de la huida".

 El abuelo se queda extasiado con el nieto: "Es como si volaras cuando lo ves volar. Nunca te había parecido tan guapo. Apenas mueve los labios".

En otro texto nos cuenta que los bodegueros que se instalaban en el  campanile de San Marco iban moviendo las garrafas de vino a lo largo del día para que siempre estuvieran a la sombra; y que la gente decía: "Andiamobéverun'ombra!"

Y PhilippeDelerm hace el siguiente comentario:

"¡Vamos a beber una sombra! ¿Cómo resistirse? En Venecia no hay que resistirse. La ciudad en la que se beben el sol es la misma en la que saben beberse una sombra".

Como la gente de su generación (la mía), de pequeño leía las aventuras de Blake et Mortimer. Y lo que más le gustaba era la primera página de los cómics, sobre todo la de La Marca Amarilla: "Lo más importante, lo que nos gusta, es la primera página. La Torre de Londres ahogándose bajo una lluvia torrencial. El Big Ben acaba de dar la una de la madrugada. En la primera viñeta nos enteramos de que lleva dos días lloviendo", etc.


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Un repentino apagón que deja al cuerpo de guardia sumido en las tinieblas nos avisa de que "las joyas de la Corona corren peligro": "Nos encanta ese peligro, esa lluvia incesante que hace que apreciemos el calor de nuestro dormitorio. No pasaremos de ahí. Dejar el comic en el suelo y caer en un sueño profundo, sustituir todas las preocupaciones por un delicioso terror (...)"

¿Y qué hombre no ha mirado, lo mismo que PhilippeDelerm, a las mujeres cuando se recogen el pelo?: "Me gusta ese momento en que, irguiendo el pecho, se despejan la nuca con mano experta. Parece como si realizasen esta operación en la más estricta intimidad, sin reparar en que están siendo observadas; pero, en el fondo, no estamos tan seguros. ¡Es tan favorecedor, tan perfecto, ese minúsculo escenario…! Los codos separados transmiten al mismo tiempo una sensación de distante hieratismo y de provocación conscientemente dosificada".

Con falsa ingenuidad, se pregunta: "¿Saben que son observadas, o solo que podrían serlo? Ahí reside todo el misterio. La segunda opción es más probable, y es también lo que más deseamos"...

También podríamos mencionar, por supuesto, el texto que con gran acierto da título al libro, Las turbias aguas del mojito, que se puede ver y también beber, aunque, al final, algunos prefieran otra bebida alcohólica, el Guignolet, que unos amigos a los que aún no conoce demasiado le ofrecen de forma un tanto extravagante, discutible, pero al mismo tiempo encantadora: "Aquí solo se bebe Guignolet".

Esos amigos le quieren dar a entender lo siguiente: "Has entrado en nuestras vidas y, aunque no estás obligado a quedarte, lo cierto es que te hemos presionado amablemente. No te estamos ofreciendo lo mejor, sino lo que nos gusta a nosotros, con total naturalidad. Eso no significa que te ofrezcamos nuestra verdadera singularidad. Y, sin embargo… Ese rojo oscuro tan provinciano, de jardín parroquial, impresiona bastante".

Por nuestra parte no diremos: "¡O Delerm o nada!", pero no será por falta de ganas, porque sus textos te ponen de buen humor y te deparan auténticos momentos de felicidad, poblados de imágenes y de palabras poéticas. Una rareza… ¿Quiere eso decir que estamos ante los mejores textos de Delerm? No sabría decirlo, pero lo que sí sé es que, tal y como están escritos, nos ofrecen una buena muestra de su singular y benevolente mirada, y eso nos gusta.


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Les Français et vous - 16/02/2017
Las turbias aguas del mojito. Y otras buenas razones para vivir en la tierra
Por Sylviane Colomer

Philippe Delerm es autor de varios libros de relatos cortos el primero de los cuales, El primer trago de cerveza y otros placeres minúsculos (Gallimard 1997) tuvo un éxito inmenso desde el primer momento. Con Las turbias aguas del mojito y otras buenas razones para vivir en la tierra, este antiguo profesor de francés (abandonó la docencia en 2007) recupera esa forma de observar lo cotidiano que tanto habían celebrado los lectores en El primer trago de cerveza. Hablemos, pues, de esta selección de cuarenta textos cortos que PhilippeDelerm califica como «solares» para nuestra gran satisfacción.

Son numerosas esas buenas razones para vivir en la tierra, y el mensaje de Delerm es claro: nos invita a tomarnos el tiempo de vivir cada instante con felicidad, a degustar un mojito "paradójico", al que no puedes imponerle nada. La degustación se torna fascinación, y él es quien lleva la batuta. Lo que más sorprende en un manglar de tonos tan venenosos es ese persistente regusto azucarado (Las turbias aguas del mojito), a recordar el sabor ya olvidado del Guignolet: Aún no has visto siquiera la botella y, sin embargo, enseguida te viene a la mente el recuerdo azucarado de la cereza, macerada en alcohol lo justo para no resultar  dulzona (¡O Guignolet o nada!),  o incluso a saborear una sandía también "paradójica" : no sabe a nada y, sin embargo, ella es la que despierta vanamente nuestro deseo (La mentira de la sandía); ¡y cómo resistirnos a ese nabo crudo que mordisqueamos a escondidas y que libera un aroma ligeramente ahumado, un regusto de avellana, algo secreto que no se corresponde con su consistencia (Birlar un nabo).


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Instantes que el autor también quiere compartir con sus lectores, como el tiempo que pasa con sus nietos, por ejemplo, en dos de sus relatos cortos: Muchos sonreían al cruzarse con él, y te has sentido bastante orgulloso de tener por nieto a un devorador de libros (Apenas mueve los labios). O en ¡Cómo me gusta este sitio!: … se muere de ganas de leer como su hermano, deletreando el mundo en lugar de inventarlo.

Hablar del tiempo que hace es otra de sus obsesiones, confiesa Delerm, y es cierto que aparece en varios de sus textos. Mucha luz, para empezar, en Llueve luz: Aquí (en Provenza), por supuesto, cuando empieza el curso todavía es verano. Pero las miradas parecen imantadas, todo cambia sin cambiar. Llueve luz. También habla de sensaciones, como en Las respuestas de Monsieur Hulot:  Sí, es un verano parecido. Sí, por la mañana la vida está por estrenar, ¡y qué ganas de bebértela cuando eres el primero en levantarte! Caminas, contemplas el mar, esperas a que te traigan el café. Haces tu película. O también en El tiempo es una playa: Hemos merecido que el sol esté ahí, que el calor nos relaje, nos alivie.(...) También a veces, y como necesario contraste, hace falta un día de lluvia, hace falta un poco de aburrimiento, ir de excursión con un buen chubasquero, visitar el acuario y cenar en  una fromagerie. Incluso llega a sorprendernos, en Chaparrón, con ese pequeño grupo humano que se forma y se disuelve: Los demás han hecho sitio para acoger al nuevo náufrago. Les das las gracias con un movimiento de cabeza que significa: efectivamente, todos estamos en el mismo barco.

Delerm también aborda las cosas desde un ángulo original. Por ejemplo, la representación de El rey se muere, que contempla desde el gallinero: Tienes que encogerte tanto, inclinarte hacia delante, concentrarte, poner tanto empeño, que a cambio acabas recibiendo una burbuja de teatro en estado puro, desembarazado de todos los ritos sociales contingentes, de toda reminiscencia burguesa.

La lista de todos estos fragmentos de vida es aún bastante larga y los lectores podrán descubrirlos íntegramente. La pluma de PhilippeDelerm es, en todos los casos, ligera, fina, graciosa o melancólica para dar a la vida los colores de las emociones. Observa las cosas sencillas de la vida con una mirada luminosa  impregnada de agudeza. ¡Disfruten de sus textos como si de golosinas se tratase! 


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Pasos Perdidos 2011
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